lunes, 12 de julio de 2010

La vida es como una cebra salvaje. Sus rayas negras son la felicidad, y sus rayas blancas son la tristeza. Al verla pasar rauda, piensas que en la cebra predomina el color blanco, pero las líneas negras siempre están ahí, entrelazándose con las blancas. Nos preguntamos de qué color es realmente la cebra. Alguien que sabe mucho te dirá que es negra con rayas blancas, pero no lo creerás, pues tú siempre la has visto blanca, y aunque intentes verla de otro modo, es casi imposible. Al final de su vida, cuando la cebra ya no corre con la misma velocidad de antaño, eres capaz de distinguir que no podía haber sido solamente blanca, o solamente negra, pues la cebra necesitaba ser de aquella forma para poder mantenerse viva y confundir al león cuando escapaba junto a otras cebras. En cierto modo, las rayas blancas tenían una razón de ser, desde el principio. En sí mismas no se les encuentra el sentido. Sólo lo reciben cuando están al lado de las rayas negras, formando a toda la cebra. (África en 100 palabras)

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